Isonomía Consultores en La Nación – 12/07/2015

El hombre que bajó la palanca ataca de nuevo

La falta de soluciones contra los cortes de luz y gas provoca un rotundo rechazo a futuras subas de tarifas, según un estudio exclusivo de Isonomía

Por: José del Río | LA NACION

El hombre que bajó la palanca ataca de nuevo. Así podría titularse la saga de cortes de luz que, en la medida que bajan las temperaturas en invierno o suben en verano, se reproducen en la ciudad y el conurbano bonaerense. La frase que esgrimió hace ya tres años el ministro de Planificación, Julio De Vido, para personificar los cortes tienen su versión 2015 con lo que disparó Aníbal Fernández, jefe de Gabinete y candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, en el marco de la inauguración de su local partidario. Megáfono en mano y totalmente a oscuras, advirtió: “Si piensan que nos van a parar con un corte de luz están equivocados”.

Pese al relato, la situación dista mucho de ser un complot político. Se trata de uno de los engranajes más complejos que deberá destrabar el próximo gobierno y en el que el saldo de la década deja conclusiones difíciles de desenmarañar. Según un estudio exclusivo realizado por Isonomía para LA NACION, seis de cada diez argentinos no están dispuestos a pagar más por su factura de luz y de gas, aun con la promesa de un mejor servicio futuro. El relevamiento demuestra que cuanto menor es el nivel de educación, mayor es el rechazo a pagar más.

Las mujeres, en tanto, se muestran aún más reacias que los hombres: 66% dice no estar dispuestas a afrontar mayores desembolsos, mientras que ese índice es del 59% entre los hombres. “Hay un claro desfase entre las percepciones ciudadanas y la cuestión de fondo, que es resolver el desfinanciamiento y los problemas de servicio. Allí es donde el próximo presidente, hoy en campaña, no puede admitir ningún tipo de ajuste”, describe Juan Germano, titular de la consultora.

El relevamiento indica también que para un 46% de los argentinos el servicio que pagan por la electricidad ya es caro, mientras para un 41% “no es caro ni barato”. El gas, en tanto, está sobrevaluado para un 34 por ciento de la población y le es indiferente a un 39 por ciento. Si bien ya existe una brecha entre las congeladas tarifas porteñas y las de algunas ciudades clave, en los 24 puntos principales del país el veredicto es el mismo.

Esa percepción no tiene su correlato en los números de un informe elaborado por FIEL. Allí se indica que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico estimó en un 0,7% del producto bruto interno a nivel mundial el monto de subsidios destinados a la energía, mientras que en la Argentina esa participación fue cuatro veces superior en 2014 según las propias cifras oficiales. Poco importa también que hoy el 30 por ciento de los hogares más pobres participe con el 20,6 por ciento de los subsidios, y que los ingresos de hogares medios y altos se encuentren entre los bendecidos con la estrategia de las deficitarias erogaciones del Estado nacional.

La otra cuestión que sorprende del estudio realizado entre 904 casos efectivos de todo el país, es la opinión que los argentinos tienen sobre la imagen de los servicios. Allí, entre los rubros con mejor posicionamiento surgen tres: telefonía fija con un 80 por ciento de imagen positiva, agua potable con un 75 por ciento y, paradójicamente, energía eléctrica con un 74 por ciento. ¿Cómo puede ser que eso ocurra en un año de cortes récord y falta de respuesta por parte de las compañías?, preguntó LA NACION. La respuesta llegó de manos de Germano: “Se evalúa en primera persona y a diferencia de otros rubros son más los días en los que tenés luz que aquellos en los que hay cortes. Algo similar a lo que ocurre con el cable. La experiencia en ese momento es la que marca el posicionamiento”, respondió.

Tal vez por ello, en el fondo de la tabla de percepción aparecen servicios de uso cotidiano. En el piso, con un 53% de imagen negativa se encuentra la infraestructura vial, uno de los rubros que suele quedar para la agenda del gobierno siguiente una y otra vez. Segundo, desde abajo y hacia arriba, se encuentra la telefonía móvil, en la que son más los cortes que las llamadas que comienzan y finalizan con normalidad.

El transporte público, en tanto, aparece tercero en el podio de los perdedores por las consecuentes demoras en los trenes y los conflictos sindicales que viven algunas firmas del sector, como por ejemplo la línea 60.

“Venimos de seis años sin campañas electorales competitivas y los mensajes no son sólo el título, sino también el metamensaje que empieza a importar más. Por eso, nadie quiere hablar del tema”, justificó culposo el asesor económico de uno de los candidatos presidenciales que mejor mide.

De ahí que la mayoría de los asesores económicos de Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa tienen una misión explícita en sus respectivos búnkeres: no hablar de ciertos temas. El de los ajustes de tarifas integra el top five de las cuestiones que no “deben” tocar. Tampoco el rol del Estado en Aerolíneas Argentinas o YPF, debido a la aceptación que hoy existe por parte de los argentinos a un holding de empresas del Estado. De hecho hay un informe de Ipsos que muestra que ocho de cada diez argentinos están a favor de la administración del Estado en determinados rubros.

El cambio de aire es tal que hasta el propio Foro de Convergencia ya habla de la necesidad de un Estado ágil y eficaz, pero presente. La inflación, los ajustes que hay que hacer para corregir el déficit y la cotización proyectada del dólar son otras de las cuestiones de las que ningún asesor económico debe hablar, según el manual “de buenas costumbres” de economistas en campaña. Al menos, no por ahora.