Según un estudio de Synopsis —una de las consultoras que predijo con mayor precisión el resultado de las últimas elecciones en la provincia de Buenos Aires—, la aprobación a la gestión de Macri cayó del 51,6% en noviembre al 38% en enero. En tanto, la imagen negativa saltó del 30,2% al 41,4%.
“Hay claramente un cambio de tendencia. Hasta las elecciones, la polarización con Cristina Kirchner ayudaba al gobierno. De hecho, en octubre pasado el 42,1% de los encuestados a nivel nacional decía que iba a votar al oficialismo, pero solo el 30% creía que el rumbo del gobierno era el correcto. Finalizado el proceso electoral, la gente volvió a focalizarse en sus problemas concretos, como el aumento de los precios, y la imagen del gobierno cayó”, dijo Lucas Romero, director de la consultora Synopsis.
Para Juan Germano, director de Isonomía Consultores, los niveles de aprobación al gobierno de Macri cayeron 10 puntos desde que comenzó el debate por la reforma jubilatoria. Esa iniciativa cambió la fórmula que se utilizaba desde 2009 para ajustar en forma automática los haberes de los jubilados y pensionados en Argentina.
“El gobierno perdió lo que había ganado después de las elecciones y un poquito más. La pregunta es si se trata de solo una baja puntual de imagen vinculada a la reforma previsional o ya se transformó en una caída estructural”, señaló.
En todo caso, los analistas coinciden en que el principal motivo de preocupación para el gobierno no debería pasar por el descenso de sus niveles de aprobación, sino por la caída de las expectativas. En un contexto de normalización de la economía que incluye fuertes ajustes en variables clave como las tarifas de los servicios públicos, el gobierno de Macri ha venido alimentando las expectativas de un futuro mejor para contrarrestar las dificultades del presente. Pero esas esperanzas también han comenzado a ceder en los últimos meses. “Tanto respecto al futuro del país como de la situación personal estamos en los niveles más bajos del gobierno de Macri. El 29,7% cree que el país va a estar mejor, mientras que el 42,6% prevé que estará peor”, señaló Romero.
Aún en caída, el grado de aprobación al gobierno de Macri continúa siendo relativamente alto. “Las expectativas están en un piso, pero la imagen del gobierno, no. De hecho, el 38% de imagen positiva que conserva es superior al 34% de los votos que obtuvo Macri en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2015. El problema del gobierno es que, hacia adelante, deberá seguir asumiendo costos políticos si pretende ir normalizando la economía”, dijo Romero.
A favor del macrismo, los sondeos marcan que el descenso de los índices de aprobación no fue capitalizado por la oposición. “No hubo ganadores en los últimos dos meses. El debate de la reforma previsional y la violencia en las calles golpeó a todos, incluso a la oposición. De todos modos, como era esperable, el peronismo empieza a juntarse para enfrentar al gobierno en algunos temas”, señaló Germano.
Esa estrategia es evidente en el tratamiento de la reforma laboral en el Congreso. Tras haber respaldado las reformas tributaria y jubilatoria, el bloque peronista más dialoguista con el gobierno endureció su postura en las últimas semanas y cerró filas con las centrales sindicales para congelar los cambios en materia laboral. Esa resistencia, la caída en los niveles de aprobación y la necesidad política de no repetir el tortuoso camino de la reforma previsional llevaron al gobierno a sacar el pie del acelerador. La Casa Rosada decidió no convocar a sesiones extraordinarias en febrero para debatir esa iniciativa y anticipó que solo avanzará con sus propuestas cuando tenga garantizado un consenso amplio en el Congreso.
De hecho, en el gobierno ya manejan entre sus opciones la posibilidad de que la reforma laboral, tal cual fue presentada, finalmente no prospere. En ese caso, buscarían alcanzar acuerdos por sectores. El ejemplo que intentarían replicar es el convenio de productividad para la explotación del yacimiento de Vaca Muerta firmado a comienzos del año pasado. En ese acuerdo, el gremio petrolero cedió beneficios, como las denominadas “horas taxis” (la jornada laboral se consideraba iniciada cuando el trabajador salía de su domicilio), además de aceptar una disminución de la cantidad mínima de operarios por pozo, para favorecer la llegada de inversiones.
El gobierno utilizó buena parte del capital político obtenido tras el triunfo electoral y logró aprobar, aún en minoría parlamentaria, reformas que considera clave. Pero el envión post-electoral ya perdió fuerza, y la Casa Rosada tomó nota de ese nuevo contexto. “El gobierno ha pagado un alto costo político en los últimos meses y eso provocó un cambio en la velocidad de las reformas planteadas. Sin embargo, estructuralmente, no se ha modificado la situación política argentina: el gobierno sostiene la iniciativa y el peronismo continúa a la defensiva, sin liderazgos claros”, señaló Germano.